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miércoles, 7 de septiembre de 2016

De corruptelas

Editando una serie de imágenes con el Photoshop, bien avanzada la media noche, mi cabeza estaba  en algún otro lugar.
Y es que no era capaz de dejar de pensar en las pequeñas corruptelas que existen en multitud de ámbitos mucho mas domésticos y cotidianos de lo que, a la vista de las noticias sobre política, cabria esperar.
Cuando vemos, oímos o leemos una noticia sobre algún político que ha metido la mano en el cajón, o con media familia cobrando del erario público, o simplemente aceptando unas entradas para un evento deportivo, inmediatamente se activa ese chip que casi todos tenemos dentro, encargado de ponerlos a parir por ese tipo de privilegios, enchufismos y corruptelas en las que se mueven.

En casos agudos, incluso nos atrevemos a poner algún comentario en nuestra red social favorita o incluso a sacarlo como tema tapete durante el café de la oficina.
Sin embargo, no vemos ninguna de esas corruptelas cuando nos tocan de cerca. De hecho, no las consideramos como tales.

En la oficina, -sin ir mas lejos-, ser amigo de algún cargo intermedio y que esto nos permita estar mas tiempo sin trabajar o de descanso, o realizando alguna tarea mas cómoda, o incluso que nos permita optar a una sustitución en las funciones de ese cargo intermedio, así, a dedo, nos parece de lo mas normal.
Incluso lo justificamos. De hecho, hasta nos tratamos de auto-convencer de que es lo mas apropiado y ninguna otra persona podría ser tan ideal para esa función.

También vemos como algo normal que varios familiares manejen puestos intermedios. Ya estaban ahí cuando se realizaron las ultimas contrataciones. nadie se pregunta cómo ni por qué.

Que un cargo proponga a otro o incluso que se cree una promoción simulada, donde los promotores y los jueces son las mismas personas o son los únicos que tienen voz y voto, es algo que ya nos venia dado. Son normas que ya existían. Nadie se plantea que eso no sea lo correcto y, por supuesto, tampoco nadie se plantea la posibilidad de cambiar determinadas normas que permiten todas estas circunstancias sin ningún tipo de control.

Por eso veo que no encajo en esa jungla donde, no reír las gracias del que está por encima, sea lo normal.
Pero sobre todo me entristece que, quienes optan a esos micro-enchufes, quienes antes estaban a tu lado, acepten de buen grado formar parte como una pieza mas, de ese entramado.
Será que, -quizás-, realmente nunca habían estado a tu lado y sus aspiraciones siempre fueron otras.
Son esas personas las que realmente me dan pena. Sin acritud lo digo. No soy yo quien para compadecerme de nadie.

Me refiero  a algo mucho mas personal: Me refiero a la incapacidad de tener el criterio suficiente, o la personalidad necesaria, para poder negarse ante determinado ofrecimiento, al ser incapaces de percatarse de lo injusto de esa circunstancia.

La imposibilidad de relacionar su amistad con la persona que lo nombra, y el nombramiento, y no preguntarse en ningún momento si existe alguien que necesite mas ese puesto, que esté mas preparado, que estuviese antes...o cualquier otra circunstancia, y creerse a pies juntillas que uno está mucho mas preparado o se lo merece mas que todos los demás , ante un nombramiento a dedo, es de personas egoístas o con unas miras muy cortas.

Máxime cuando nos rodena tantos ejemplos cotidianos de este tipo de corruptelas o microenchufismos, donde toda la cadena de mando desde una punta hasta la otra, salvo muy raras excepciones, son amigos, o se han nombrado los unos a los otros después de haber coincidido en algún departamento.

Me da mucha pena,-decía-, mas el nombrado que el que nombra. El segundo ya forma parte de un sistema que lo beneficia. El primero, esperaba ser beneficiado y no ha podido o querido evitarlo.
Y, de nuevo, esa cadena continuará, en la oficina, en la frutería de nuestro supermercado donde el frutero escogerá las piezas mas impolutas para un cliente conocido que para uno mas exporadico, en la política, donde unos se nombran a otros sin impunidad...

Casi nadie es capaz de decir "no" a un caramelo en forma de beneficios egoístas. Casi todo el mundo quiere su parcelita de poder, aunque solo sea para poder putear a alguien en el trabajo.
Y al cabo de un tiempo, el recién nombrado a dedo verá ese funcionamiento de lo mas normal, hasta el punto  que pasará a justificar la elección que disfruta, y rebatir con un simple "por que lo digo yo" o "así son las normas" (que ellos mismos crean), a cualquiera que trate de hacerles ver este otro punto de vista.

Los políticos no son mas que un reflejo de la sociedad. Si, que manejan unos puestos de mas relevancia, mas dinero y mas recursos. Pero la forma de pensar es exactamente la misma que  el enchufado o el que enchufa en la oficina.
Y ninguno de ellos permitirá que todos los privilegios que disfrutan se les escapen fácilmente.
Por eso no tengo muchas esperanzas de que las cosas sean mejores, ni en política, ni en la oficina.

Y me da pena.

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